La UE quiere garantizar que en todo el mundo se respete la
totalidad de los derechos humanos —ya sean civiles, políticos,
económicos, sociales o culturales—, tal y como se estableció en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos y se ratificó
posteriormente en la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de
1993. La UE promueve también los derechos de las mujeres, los niños,
las personas pertenecientes a minorías y las personas con
discapacidad.
El Tratado de Lisboa, que constituye la base jurídica e
institucional de la UE, define claramente que la Unión debe regirse
por los siguientes principios: la democracia, el
Estado de derecho, la universalidad e indivisibilidad de los derechos
humanos y las libertades fundamentales, el respeto por la dignidad
humana, los principios de igualdad y solidaridad, y el respeto de los
principios de la Carta de las Naciones Unidas y de la legislación
internacional. Estos principios están reforzados por la carta de
los derechos humanos.
Aunque, en conjunto, la UE tiene un historial reciente correcto en
materia de derechos humanos, no está satisfecha.
Por ello, lucha contra el racismo, la xenofobia y otras formas de
discriminación por motivos de religión, género, edad, discapacidad
y orientación sexual. La UE está especialmente preocupada por los
derechos humanos relacionados con el asilo y la emigración.
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